lunes, 22 de diciembre de 2008

Hombres, hombres...

Aunque soy una macarra de corazón, mi debilidad son los hombres elegantes. Elegantes, no petimetres ni excéntricos, y en su mayoría, de la clase política. Quizá porque veo más el telediario que el Hola.He aquí mi lista (y no en ese orden, los pongo al tuntún):

  • Nicolás Sarkozy: me gusta su estilo porque es una mezcla de la más sobria elegancia francesa con un toque de chulería. El presi gabacho sabe ponerse el mundo por montera encaramado a unas alzas zapatiles, divorciándose y casándose durante su mandato (en España eso es impensable, fijaos en Felipe González). Como político no me gusta, pero como hombre, me parece el típico francés feote con encanto.

  • Barack Obama. Es sobrio, pero con una percha increíble y muy guapo. Es lo que tiene ser negro: esos músculos largos, esa prestancia señorial, la estatura, los movimientos felinos. Los negros tienen un señorío que no tiene ninguna raza (¿vendrán del leopardo en lugar de venir del mono?). Por eso cualquier trapo le sienta como un guante. Además, tiene a su lado a doña Michelle, la pantera de la Casa Blanca, otra que tal baila con su metro ochenta y su tronío africano.

  • Hamid Karzai, presidente de Afganistán. La elegancia étnica. No es ni muy guapo, ni llamativo, pero esa capa de seda verde y ese saber llevar el gorro de piel de borrego le dan una clase increíble. No creo que nadie sea tan chic y a la vez tan tribal.

  • Yaser Arafat. A título póstumo, nadie lleva la kefiya con la elegancia y el buen gusto con la que la llevaba este hombre. Ni Balenciaga lo ha logrado. Era bajete y panzón, pero llevaba su pañuelo con la misma clase con la que un rey lleva su corona. Como un gran señor.

  • Gabriel García Márquez. Nunca nadie se atrevió a recibir el Nobel en liqui liqui. Con clase, orgullo y prestancia, he aquí a Gabo con el traje de su tierra, un soplo cálido en tierras nórdicas:


  • Sean Connery, o el hombre que cuantos más años cumple, más guapo está. Un anciano impresionantemente guapo y sexy a pesar de su calva. Ese metro noventa con kilt es lo más elegante que he visto nunca. Como dice mi abuela, es un tipazo de hombre.

sábado, 6 de diciembre de 2008

En defensa de las "gordas"

Me he quedado epatada viendo el blog de Quiero ser fashion, porque tiene un poema buenísimo en su defensa frente a los que la llaman gorda. Y si esta chiquita es gorda, ahí tienen ustedes su foto (de espaldas, porque no le he pedido permiso), entonces yo soy Meg Griffin. Y yo también sería el ser más gordo que puebla la blogosfera, para esos cretinos que pululan por ahí machacando. Pues no, señores míos, Fashion Victim y yo somos dos bellezones estupendos que paramos el tráfico allá por donde pisamos.Ella más que yo, que es más morenaza. Pero yo soy más pérfida, y por ello he salido en su defensa afilando las uñas, dejando una entrada en su blog y dejando esto aquí.
No soporto que nos llamen gordas por no tener las medidas de la Bones Moss, aunque tengamos las cosas muy requetebién puestas en nuestros sitios, más que ella incluso, que no tiene qué poner en esos sitios. No soporto que nos llamen gordas porque tengamos una adorable pancita cálida y suave que hace las delicias de nuestros costillos. No soporto que nos llamen gordas a las que tenemos un precioso culo con el que rellenar nuestros pantalones como debe ser. No soporto que nos llamen gordas porque tenemos las espaldas de una sirena, los brazos de la Mangano en Arroz amargo y la panza de la Afrodita de Cnido, no, no, no, no, no, no, no, no, señores míos cazatendencias, trendys y gilipollas varios. No me confundan ustedes los términos, aunque con sus cocientes intelectuales, que les impiden calibrar una obra de arte como nosotras, no me extraña que anden siempre confundiendo el culo con las témporas.
Nosotras SOMOS más, mucho más bonitas y lucidas que esos seres callosos y huesudos que pululan por las pasarelas y las alfombras rojas. Ustedes SON unas mierdas pinchadas en un palo que no saben ni a tocino, infelices de vidas vacías y superficiales.
Y a ver quién le pone un dedo encima a Fashion Victim ahora, porque rompo mi botella de Veuve Cliquot contra la mesa de cristal y se la clavo al trendy que ose hacerlo en lo más sobresaliente que tiene: la tráquea.