viernes, 26 de septiembre de 2008

El Hitler de la moda

Le dicen el Kaiser, pero es más bien el Hitler. Es el ser más odioso que pisa las alfombras rojas, porque dudo de que haya pisado algo tan mundano como el adoquinado o el asfalto desde que se endiosó. Antes estaba orondo como un Buda con abanico, pero en feo, después perdió 36 kilos en trece meses, se afeó más todavía, se arrugó como una pasa y se lo creyó todavía más.
Quiso bajar al mundo de los mortales de la mano de H&M para una línea de ropa diseñada por su augusto caletre, de manera que las mujeres de a pie, léase nosotras, pudiésemos acceder a sus ropajes (que a mí, personalmente, no me gustan nada). Pues bien, Este tipejo rompió las relaciones con la firma porque descubrió horrifié que su ropa la iban a poder comprar mujeres gordas. Ya se ha olvidado de que él estuvo entradete en carnes, el muy miserable. Véanlo ahí, cual momia, vestido patéticamente como un pisaverde, que es lo que hace desde que perdió peso, a pesar de su venerable edad:

jueves, 11 de septiembre de 2008

Lo que odio

Hay muchas cosas de moda que aborrezco profundamente. La gente me dice que es el último grito, pero a mí me disgustan y no las llevaré jamás por muy de moda que estén. Helas aquí:


  • Las manoletinas, o como se dice ahora, las bailarinas. LAS ODIOOO, las he odiado siempre, desde que aparecieron en mi infancia. Las manoletinas, pa Manolete.
  • Los lazos. En la ropa, en los zapatos, en el pelo...y además, mi aborrecimiento data del 29 de junio de 1973, cuando servidora contaba con tres años escasos y me endilgaron un bonito vestido con dos lacitos en los hombros y me pasé todo el día pidiendo que me los quitaran. Fue en la boda de mis tíos y yo era todo un carácter. Y odio profundamente esos lazotes que las mamás modernas ponen en las coletillas de sus nenas. Parecen unas antigüitas.
  • El globerío. En faldas y vestidos. A ver, ¿quién diantres ha dicho que eso favorece? Ni a las delgadillas les hace bien. ¡Son horribles!
    • La falda-pantalón. Tuve un par de ellas y mi madre me obligaba a ponérmelas, pero jamás me gustaron. Mi tía me las hizo con toda la buena voluntad del mundo, pero...no.


    • El color blanco. En toda su extensión, desde los trajes de novia (me casé de malva), a la moda cani de chándal blanco. ¿Y los pantalones blancos? ¡Señora, si se transparenta hasta el tanga color visón! ¿Y qué me dice usted de nuestras celulitis? No hay cosa peor que un pantalón blanco, se lo digo yo. Además es un color muy guarro.

    Seguiremos despotricando.

¡¡¡LO HE VISTOOOOOO!!!

(Escribo en el avión, camino de Londres. 9 de agosto de 2008)
Como pueden releer una o dos entradas más abajo, puse de vuelta y media a ese esperpento llamado Josi o Jousie o comoquiera que se autodenomine. Esta mañana en Barajas, mientras esperábamos para embarcar, a eso de las cinco y media de la madrugada, allá que aparece él. Al principio pensé que estaba sufriendo una alucinación producto de la falta de sueño. Pero no, miré bien y era el Gran Josi (o Jousie).
Gre y yo nos preguntábamos con emoción contenida cómo era posible que semejante abortete ose ir de incontestable gurú de la moda. No hice fotos porque llevo mi tarjeta impoluta para Londres, no para estropearla haciendo fotos de ese espantajo, así que trataré de describirlo: es bajito y más delgaducho de lo que se ve en la tele. Iba tocado con un pequeño sombrero Borsalino blanco y vestía del siguiente modo: sobre una camisa de cuadritos Vichy azul marino y blanco, una rebequita como la de los abuelines también en azul marino. Completaba su elegante atuendo con unos vaqueros recortados malamente por encima de la rodilla y soltando ya hilachos y un cinturón náutico rojo, amarillo y azul. Finalmente,nuestro príncipe calzaba unos espantosos mocasines blancos y flexibles que hubieran espantado a Julio Iglesias. Como complemento llevaba un bolso horrorosísimo marrón caguetilla digno de una señora de los años 80 forrado por fuera con una red marrón (sospecho que se lo ha robado a su abuela).
Viajaba a Londres también, pero su vuelo salía antes que el nuestro. Menos mal que no venía en mi avión o hubiera tenido que escribir esto en alfabeto griego. Iba solo, y no me extraña; el tío tiene una cara que espanta. No creo que con ese gesto desabrido y agrio que exhibe perennemente facilite el acercamiento. ¿Algo bueno? Pues sí, como de todo el mundo puedo decir algo bueno de él: lee.